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Mostrando las entradas de octubre, 2020

Alienación-Julio Ramón Ribeyro

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 A pesar de ser zambo y de llamarse López, quería parecerse cada vez menos a un zaguero de Alianza Lima y cada vez más a un rubio de Filadelfia. La vida se encargó de enseñarle que si quería triunfar en una ciudad colonial más valía saltar las etapas intermediarias y ser antes que un blanquito de acá un gringo de allá. Toda su tarea en los años que lo conocí consistió en deslopizarse y deszambarse lo más pronto posible y en americanizarse antes de que le cayera el huaico y lo convirtiera para siempre, digamos, en un portero de banco o en un chofer de colectivo. Tuvo que empezar por matar al peruano que había en él y por coger algo de cada gringo que conoció. Con el botín se compuso una nueva persona, un ser hecho de retazos, que no era ni zambo ni gringo, el resultado de un cruce contra natura, algo que su vehemencia hizo derivar, para su desgracia, de sueño rosado a pesadilla infernal.  Pero no anticipemos. Precisemos que se llamaba Roberto, que años después se le conoció por Boby, pe

"Junta de acreedores"-Julio Ramón Ribeyro

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  Cuando el campanario de Surco dio las seis de la tarde, don Roberto Delmar abandonó el umbral de su encomendería y, sentándose tras el mostrador, encendió un cigarrillo. Su mujer, que lo había estado espiando desde la trastienda, sacó la cabeza a través de la cortinilla. — ¿A qué hora van a venir? Don Roberto no respondió. Tenía la mirada fija en la puerta de la calle, por donde se veía un pedazo de pista sin asfaltar, la verja de una casa, unos rapaces jugando a las bolitas.  —No fumes tanto —prosiguió su mujer—. Tú sabes que eso te pone nervioso.  - ¡Déjame en paz! —exclamó él, dando un golpe en el mostrador. Su mujer desapareció sin decir palabra.  El continuó mirando la calle, como si allí se estuviera desarrollando un espectáculo apasionante. Los representantes no tardaban en llegar. Las sillas ya estaban preparadas. La sola idea de. verlos sentados allí, con sus relojes, sus bigotes, sus mofletes, lo exacerbaba: "Hay que conservar la dignidad —se repetía—. Es lo único